El Kung Fu es una de las artes marciales más practicadas en el mundo. Originaria de China, en el año 527, sus principios se basan más en la filosofía que en la lucha. Ya lo dice su propia definición: ‘arte’ marcial.

Esta disciplina deportiva cuya filosofía está basada en valores como el respeto, el autocontrol y la conducta ética, va más allá de la mera actividad física, ya que presenta elementos que son básicos para el desarrollo integral de la persona y de su comportamiento frente a la sociedad.

Los cambios hormonales experimentados durante la adolescencia hace que los niños y jovenes se comporten muchas veces como una bomba a punto de estallar. Por otro lado, esto les convierte em ocasiones muy influenciables y vulnerables, lo que puede llevarlos por un mal camino e incluso a ser víctimas de acoso escolar.

Una base de defensa personal permite tener las herramientas adecuadas para ser capaces de defenderse y así aumentar la seguridad en sí mismos, eliminando por completo su vulnerabilidad.

Esta etapa del crecimiento está repleta de cambios que en la mayoría de las ocasiones no resultan nada fáciles y que, dependiendo de factores como la autoestima o la fortaleza, pueden afectar en mayor o menor medida su desarrollo personal y social. 

Múltiples estudios han demostrado que mediante la práctica de las artes marciales se consiguen efectos muy beneficiosos para los adolescentes en general, especialmente para aquellos que manifiestan problemas de conducta o emocionales.

Objetivos:

  • Se ejercitan la autoestima y la asertividad.
  • Mejora de la condición física y las habilidades motoras mediante un trabajo cardiovascular y físico que ayuda a eliminar la adrenalina y combatir el estrés.
  • El equilibrio entre cuerpo y mente beneficia la concentración, lo que se evidencia en una mejora de los resultados escolares.
  • No está orientado a la lucha, sino que potencia la autoconfianza y nos capacita para sentirnos preparados para defendernos, lo que se traduce en una actitud más tranquila y menos desafiante.
  • Ejercita la propia voluntad, la aprobación de las normas de convivencia y la aceptación del propio yo.
  • Se potencia de forma positiva la competencia pero respetando la igualdad.